Fue músico, cantautor, profesor y director de teatro, pero para los chilenos es muchísimo más. Víctor Jara es un símbolo de los cientos de detenidos, torturados y asesinados en Chile por la dictadura de Pinochet. 45 años después de aquella barbarie, la justicia chilena ha condenado a 18 años de cárcel a los nueve exmilitares responsables del asesinato de Jara en 1973.

Víctor Jara era comunista y el símbolo de la canción protesta en su país. Allende le nombró Embajador Cultural de su Gobierno. Pero cuando Pinochet bombardeó la Casa de la Moneda y los militares tomaron el mando, Jara y cientos de ciudadanos fueron confinados en el estadio Chile.

Los militares le reconocieron y le torturaron brutalmente: le machacaron las manos, le cortaron los dedos y la lengua para que no pudiese cantar nunca más. Al cuarto día de martirio, le asesinaron disparándole 44 veces. Tiraron su cuerpo cerca del cementerio de Santiago de Chile junto a otros cuatro prisioneros políticos y sus familiares tuvieron que enterrarlo de forma clandestina.

La autoría del asesinato de Jara fue uno de los grandes misterios de la dictadura de Pinochet hasta que en 2009 fue exhumado y se confirmó que le acribillaron a balazos. A finales de ese año, su viuda organizó un funeral público.

Más de 12.000 personas despidieron ese día a Víctor Jara. Quisieron silenciarle por sus ideas y han tardado más de cuatro décadas en hacerle justicia. Hoy, Víctor Jara, ha vuelto a cantar, muy alto.