Discreta, recatada y, lo que es más sorprendete todavía, no excesivamente recauchutada. Es Franchesca Pascale, la mujer que ha hecho que Silvio Berlusconi siente la cabeza a los 76 años, 50 más que su enamorada.

“Yo le aconsejo que tiene que teñirse porque sale mucho en televisión y tiene que cuidar su imagen”, así de vehemente defendía hace un año su inclasificable cabellera. Ya se conocían porque Franchesca pertenece a su partido.

Llegó incluso a ser concejal en Nápoles. Pero su vocación temprana fue la de ‘mama chicchio’. Ese pasado picantón es el único trapo sucio que podrían sacarle a Francesca. Una buena imagen alejada del ‘bunga bunga’ que viene muy bien a Il Cavaliere a dos meses de las elecciones.

Unas elecciones en las que se lo juega todo. El cargo de primer ministro le daría la inmunidad que necesita para evitar ser condenado por los varios cuentas que aún tiene pendientes con la justicia.

“Las mujeres hacen cola para casarse conmigo porque lo hago bien y porque saben que soy viejo y heredarán pronto”, declaraba Berlusconi. Pero no es el caso de Francesca, que proclama a los cuatro vientos que está loca por él desde que era una niña.

Desde luego eso es amor, porque Il Cavaliere por entonces ya pasaba de los 50. si es un montaje o no, lo sabremos después de las elecciones.