Ya casi nadie es capaz de burlar a la muerte en Alepo. Un joven huía con su familia de la zona este, donde está el grueso de los enfrentamientos, cuando fueron atacados. Su hermana y su madre han muerto y él, ahora, está solo. Porque sin quererlo esta ciudad se ha convertido en la clave del conflicto.

Todos saben que conquistar Alepo es ganar la batalla final y a nadie le importa si su población sufre. Con la ayuda de Rusia, Al-Assad gana terreno. Esta semana ha conquistado 11 zonas al norte, un tercio de la ciudad. Solo resiste el este.

Cerca de 190.000 personas siguen atrapadas en Alepo y huir no es tan fácil porque allí no se respeta nada. "Son ellos los que están impidiendo que la población abandone esa zona, a pesar de que varias veces, tanto el gobierno de Al-Assad como Rusia, han querido abrir cinco pasillos para que salga la población, para tenerles también como escudos humanos", asegura el coronel y experto en geoestrategia, Pedro Baños.

Los bombardeos continúan y según el Observatorio sirio de Derechos Humanos, ya son 50.000 las personas han intentado huir. Nadie quiere ver ya más cadáveres, la esperanza se ha perdido y muy pocos niños sonríen. Sienten la muerte durmiendo todas las noches con ellos.