Hacía tiempo que no se veía violencia en Gaza. Cientos de jóvenes gazatíes se han acercado tras la alambrada y los puestos de control israelí a las colinas que dividen la Franja de Israel para protestar por la decisión de Donald Trump: "Jerusalén es la capital de Palestina, da igual lo que digan Trump e Israel. Nunca nos daremos por vencidos" asegura un joven.

Al otro lado de la Franja, en el norte, miles de gazatíes recorren las calles de Gaza. El mismo lugar en el que fuerzas aéreas israelíes han bombardeo por segunda vez, dicen posiciones militares de Hamas. El viernes de la ira deja ya cuatro muertos y cientos de palestinos heridos.

Ni unos ni otros parecen rendirse: "A partir de hoy no habrá ninguna línea roja, extenderemos nuestra lucha y nuestra rabia a todos los territorios" ha asegurado Fhati Hamad, líder político de Hamás. En Belén las luces de Navidad se funden con los gases lacrimógenos, lanzados por el ejército israelí. Las manifestaciones también se suceden en la ciudad vieja a pesar del férreo control militar.

Estados Unidos e Israel se quedan solos: el Consejo General de Seguridad de la ONU, reunido de urgencia, habla de nuevo de solución dialogada para el status de Jerusalén. Nikkie Haley, embajadora estadounidense, acusa a la ONU de entorpecer el proceso de paz y defiende lo indefendible: la decisión de trump no influirá en las negociaciones entre Israel y Palestina.

Previamente, otro bombardeo aéreo israelí de represalia había atacado posiciones de Hamás, en respuesta a dos proyectiles disparados durante la tarde, lo que causó al menos 15 heridos, entre ellos un bebé, según Al Qedra.