Se han enfundado el traje, han colocado una carpa justo encima de las tumbas de la esposa y el hijo de Sergei Skripal, el exespía ruso envenenado con un agente nervioso y van a investigar.

Reino unido va a por todas, ha llevado hasta el ejército. El caso de Sergei y su hija Yulia, les recuerda demasiado a lo que ocurrió con Alexander Litvinenko, eliminado con polonio, y han precintado el cementerio. La mujer de Sergei murió de un cáncer y su hijo, por un problema de riñón, cuando visitaba Rusia.

Lo que antes parecía normal ahora tiene el argumento de una película de espías en plena guerra fría. 180 militares han invadido las calles donde Sergei y su hija, ahora en el hospital, hacían su vida. La casa familiar también está invadida de carpas, tropas especiales que han ido hasta allí para retirar cualquier objeto, incluidos vehículos, que pudieran tener restos del agente contaminante.

Nada se sabe, de momento, de esa sustancia, tampoco han aclarado cómo fue administrada. Ya hay 21 personas en tratamiento, entre ellos el policía que los atendió.

Skripal trabajó como agente doble para los servicios del M16. Fue condenado a 13 años de prisión por alta traición. Militar con rango de coronel, fue liberado en 2010 en un intercambio de espías. Desde entonces vivía, en teoría, protegido por Londres.