En verano, el aire caliente cerca de la superficie se eleva (ya que es menos denso que el que tiene a su alrededor). Bajo ciertas circunstancias, este aire caliente asciende súbitamente, lo cual da lugar a que gire y se extienda en la vertical. Si la tolvanera se forma sobre tierra o agua, se hace visible. Pero, todo tiene un fin. Poco a poco, termina por mezclarse con el aire menos cálido de su alrededor y muere. En su fase final, el remolino deja de crecer y se estrecha hasta que desaparece.

Si se desplaza a través de un suelo fuertemente recalentado (asfalto o tierra) el diablo de polvo es capaz de alargar su tiempo de vida (se realimenta del calor) y puede llegar a durar hasta 20 minutos. Por otro lado, si se desplaza con lentitud o lo hace sobre una superficie más fría, se desvanece en unos segundos. En general, no suele durar más de un minuto.

La mayoría de las tolvaneras tienen una dimensión máxima de medio metro de diámetro y unos metros de altura. Por esto, y por su corto ciclo de vida, no suelen causar ningún problema. Sin embargo, en ocasiones pueden llegar a extenderse varias decenas de metros y elevarse hasta un kilómetro por encima del suelo. En estas circunstancias, algunos diablos de polvo han alcanzado rachas de viento de hasta 100 km/h.

Aunque en apariencia pueda asemejarse a un tornado, no tiene nada que ver, ni por su origen de formación ni por la manera en la que gira.

De forma local, en algunos sitios también los denominan revolvín o fogata de viento.