Una nueva fórmula inmobiliaria cada vez es más habitual en nuestro país. El antiguo dueño de la vivienda paga un alquiler al nuevo que, a su vez, puede adquirir una casa por hasta un 15% menos. Las personas mayores son las más interesadas en esta práctica: añaden a su pensión importantes ahorros.

Después de 20 años viviendo en su casa, Julia Cárdenas ha decidido venderla pero con una condición: seguir como alquilada."Se me quitó la pena, porque podía seguir, con mis muebles, con los los colores que había elegido, con todo en mi casa", afirma Julia.

A sus 67 años se ha ahorrado el pago de una mudanza y ya no tendrá que pagar el impuesto del IBI ni la comunidad de vecinos, por pasar de ser arrendataria a inquilina. Gracias a esta operación inmobiliaria, Julia ha encontrado más calidad de vida.

"Entre mi pensión y la seguridad que te puede dar tener un pequeño ahorro, que duda cabe de que es un apoyo y es una tranquilidad el contar con una liquidez que pueda sumar a tus ingresos", explica.

Esta estrategia es la que han estado realizando las grandes empresas en tiempos de crisis. Vendían los inmuebles a inversores, para seguir como arrendados y así obtener liquidez. Ahora esta operación comienza a ser más común entre pensionistas.

Nacho Espejo, director comercial de 'Kategora' afirma que "este es un producto para personas que quieren quedarse en su casa, necesitan mucha liquidez y con ello van a ganar mucha libertad"

Además tiene ventajas también para el inversor: no necesita buscar un inquilino solvente porque ya lo tiene y además cómo explica Oscar Cabrero, director de 'RedPisos': "Lo consigue por debajo del precio en una zona determinada". Eso sí, también asume riesgos. "Si tu reclamas tu vivienda, y el inquilino no está de acuerdo, entramos en un proceso de desahucio", manifiesta Oscar.

El pacto entre inversor e inquilino ronda los 10 años de contrato y este tipo de viviendas empiezan a echar raíces en el mercado inmobiliario.