El precio medio del litro de gasóleo se ha disparado un 4,58% en medio de la polémica suscitada en el sector de la automoción después de que la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, haya declarado que este carburante "tiene los días contados".

La fuerte subida experimentada en el precio del diésel reduce la brecha con el precio de la gasolina, que ha registrado también una subida, pero de mayor magnitud (+1,97%). De este modo, el precio de ambos carburantes rompe su tendencia descendente.

El precio del barril de petróleo Brent, de referencia para Europa, cotizaba cerca de los 75 dólares, tres dólares, mientras que el barril de crudo Texas americano se intercambiaba a 71 dólares, tres dólares también por debajo del precio.

En el contexto mundial, Arabia Saudí ha incumplido la cuota de producción diaria a la que se comprometió junto al resto de países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) al aumentar el bombeo de petróleo en 459.000 barriles diarios.

De esta forma, Arabia Saudí es el país que más ha aumentado la producción de crudo, por encima de Emiratos Árabes Unidos (+21.300 barriles al día), Catar (+20.000 barriles diarios) y Argelia (+14.000 barriles). Angola, por su lado, es el país que más ha visto descender su producción, con 38.000 barriles menos, mientras que Irak, el segundo mayor productor de la OPEP, ha asegurado que ha mantenido su producción en 4,36 millones de barriles al día.

A estos factores se suma en el ámbito interno que el Gobierno español está estudiando acometer cambios en materia de fiscalidad medioambiental que podrían conllevar una subida del precio del gasóleo.

Pese a estos aumentos, la gasolina es más barata en España que en la media de la UE y la zona euro, donde el precio de venta al público del litro de combustible Euro-Super 95 se sitúa en 1,457 euros y 1,500 euros, respectivamente, mientras que el litro de gasóleo cuesta 1,354 euros en la media de la UE y de la eurozona.

El menor nivel de precios finales con respecto a los países del entorno se debe a que España, pese a las subidas del IVA, a los mayores impuestos y a los nuevos gravámenes al biodiésel, sigue contando con una menor presión fiscal, en general, que la media comunitaria.