Solo una semana antes de la puesta en libertad a Teresa Arellano, la secretaria de Rodrigo Rato se entrevistó con la periodista de El Mundo, Lucía Méndez. Angustiada por los acontecimientos, rompe a llorar "aturdida porque no entiende lo que sucede a su alrededor. Ella topó un día con un hombre importante, un auténtico líder".

Rato ha sido su jefe durante los últimos 25 años, la razón de sus desvelos desde que se destapó la trama de corrupción que rodea al exministro. "Toda la vida como quien dice sirviendo con lealtad y hasta con devoción a su jefe”.

Ella estaba a su lado en los buenos tiempos, cuando Rodrigo Rato se codeaba con la élite económica y política del país, pero también en los malos, cuando la cúpula de su propio partido le dio la espalda. "Primero le acompañó en los despachos más importantes del poder. Después fue la mano amiga en el descenso a los infiernos del oprobio y el deshonor".

Según publica la periodista, Teresa Arellano era mucho más que la secretaria de Rato. Era su confidente, mediadora en conflictos familiares y también su víctima. Según relata ella misma, Rato la engatusó para que firmara como administradora de una sociedad amparado en la confianza ciega que ella tenía en el exministro. "Teresita, tienes que firmar como administradora de esta sociedad, no le des más importancia porque no la tiene. ¿Es que no vas a fiarte de mí con lo que te quiero?".

Pese a llevar trabajando un cuarto de siglo para él, ella siempre le llamó "Señor Rato". Un abismo les separaba. Teresa vive en la modesta vivienda que heredó de sus padres en un barrio popular de Madrid. Él vive rodeado de lujos. 

El mayor agravio fue comprobar cómo Rodrigo Rato veraneaba en un barco en Mallorca mientras ella llevaba varios meses sin cobrar su sueldo. Se le cayó la venda de los ojos. Hoy se siente una mujer utilizada, arrastrada a un proceso judicial por la falta de escrúpulos de su jefe.