Bajo las aguas de un lago de Puebla de Guzmán hay más de 80.000 metros cúbicos de dióxido de carbono que si se liberase de golpe, desplazaría el oxígeno y asfixiaría a todo ser vivo que encontrase a su paso.

Fue lo que ocurrió hace 30 años en Camerún. Una nube de dióxido de carbono surgió de las profundidades del lago Nyos. En cuestión de minutos murieron 1.800 personas y más de 6.000 cabezas de ganado.

Un simple desplazamiento de tierras podría provocar que se liberase todo el gas que hay bajo sus aguas. "El CO2 concentrado está al fondo del lago y es casi imposible que eso salga a la superficie", afirma María Álvarez, teniente Alcalde Puebla de Guzmán.

Los expertos calculan que provocaría una nube de CO2 puro de unos 5 metros de altura. Insuficiente para traspasar las paredes del pozo, pero letal para quién estuviera paseando por la zona. "Los niños en bicicleta van a todas partes y pueden ponerse en peligro", comentaba un vecino del pueblo.

Una tubería, que está en pruebas, sería suficiente para que en nueve meses se liberase, poco a poco, el gas que está a unos 60 metros de profundidad. De este modo se han asegurado que nadie correrá peligro.