El duelo, crucial en la lucha por la permanencia en la primera división, marchaba 0-0 cuando el árbitro silbó el fin de la primera parte. Los jugadores del Friburgo habían salido del campo. Sin embargo, el árbitro Guido Winkmann fue alertado por su asistente Bibiana Steinhaus, a cargo del VAR, de que el defensa Oliver Kempf había tocado el balón con la mano dentro del área.

Winkmann vio nuevamente la jugada polémica, que se produjo después de un centro de Daniel Brosinski, y otorgó el penalti al Mainz. Los jugadores del Friburgo tuvieron que entrar nuevamente al campo. Poco después, Pablo di Blasis convirtió sin problemas la pena máxima y adelantó al equipo local.

"Estábamos ya en el vestuario. Tenemos que aceptarlo. Creo que es acorde a las reglas. Pero es cada vez más extraño", dijo Jochen Seier, dirigente del Friburgo.