Los donostiarras llegaban a este partido con la moral muy alta tras sus dos últimas victorias, ante Alavés en la Liga y la goleada histórica en la Liga Europa ante el Vardar (0-6), la afición acudía confiada en que los malos tiempos se habían superado pero, a las primeras de cambio, el Espanyol ya estaba por delante en el marcador.

Una asistencia de Parejo para su compañero Leo Baptistao originó el primer fuego en Anoeta porque el delantero brasileño se movió sin vigilancia alguna en el área local para hacer un bello tanto.

El conjunto de Quique Sánchez ya tenía el encuentro donde quería, se encerró atrás y dejó todo el desgaste a los guipuzcoanos, que seguían transmitiendo buenas sensaciones y estuvieron cerca de lograr el empate mediada la primera mitad, en una acción de Carlos Vela desbaratada en el último momento por la zaga del Espanyol.

Mikel Oyarzabal, a dos minutos para el descanso, pondría a prueba la portería del conjunto catalán pero se encontró con un estelar Pau López, que salvó un gol que se cantaba en las gradas.

La segunda mitad mantuvo la tónica de la primera parte, dominio realista, el Espanyol ojo avizor para triunfar en alguna contra y muy escasas ocasiones de gol, como la que disfrutó Mikel Oyarzabal, el mejor jugador en el campo, a la vuelta de vestuarios en un remate desbaratado por Pau López.

La Real tenía el balón pero la sensación general era que el Espanyol era el dueño del partido, marcaba su ritmo, cortaba el juego cuando le convenía y avisaba con peligro en cada pérdida ofensiva de los vascos. Illarramendi acudió al rescate de su equipo en el minuto 68, tras una jugada de fantasía del belga Januzaj que asistió al exjugador del Real Madrid para lograr lo que parecía imposible, batir a Pau López.