Alegría contenida en Tailandia después de que varios de los niños ya estén a salvo, pero sabiendo que aún hay más atrapados. La prioridad en el segundo día de rescate es sacar a todos los niños, pero lograr este objetivo consiste en dos factores.

El primero de ellos es el tiempo, ya que hay amenaza de lluvias torrenciales y eso podría dificultar mucho el rescate e incluso hacerlo imposible. Otra clave es que los niveles de oxígeno han caído a niveles muy preocupantes y han tenido que rellenar todas las botellas de aire, ya que sin eso no podrían volver a la cueva.

Además, el recorrido por la gruta es muy complicado y necesitan todas las garantías. Desde la entrada principal hasta los atrapados hay cuatro kilómetros, que suponen un largo camino bajo tierra con estas condiciones. Casi sin espacio, entre fango y agua, un buceador experto puede tardar cinco horas en recorrerlo, pero este tiempo puede duplicarse si hablamos de un niño que acaba de aprender a nadar y que lleva días encerrado ahí.

Las mejores condiciones están en las cámaras 1 y 2, cerca de la entrada, donde han conseguido bajar el nivel un 40%. Sin embargo, en la otra parte de esa gruta hay muy poco espacio y todavía está llena de agua.

Los buzos ya conocen las condiciones y este domingo sacaban de ahí a cuatro niños, cada uno de los cuales iba escoltado por dos buzos, llevaba máscaras de oxígeno y su botella la cargaba uno de los profesionales. Iban además atados a ellos para no perderse y llevan también un cable que les va guiando todo el camino. Finalmente, tras ocho horas, consiguieron salir.