El año que viene ningún peregrino recorrerá un tramo del Camino de Santiago en Aragón. El pantano de Yesa devorará el sendero para siempre. "Es un pecado que estas zonas desaparecieran porque es una parte de la historia", señala David Cano, peregrino.

Será el golpe definitivo de un polémico embalse que ya, en 1960, acabó con otros tramos del camino. Pero también expolió y arruinó pueblos y monumentos y los convirtió en grotescos fantasmas del pasado. "Está el castillo, que es árabe, la iglesia, que se está cayendo…", señala Francho Campo, gerente de un Albergue de Peregrinos.

Ahora la Confederación Hidrográfica del Ebro, con su proyecto de recrecer este embalse el año que viene hasta duplicar su superficie, no tiembla en inundar 22 kilómetros del Camino. Así como varias iglesias, necrópolis y yacimientos romanos de las aldeas cercanas. "El Camino de Santiago no es sólo la ruta por donde va el camino. Es todo lo que le acompaña, tanto el paisaje como sus edificios", explica Raúl Ramón, concejal de Cultura de Artieda.

Artieda, Tiermas, Esco y Ruestas, son los más dañados en su patrimonio por culpa del embalse del Yesa. A sus vecinos tan sólo les queda una carta que jugar; lograr que los tribunales acepten informes que alertan del riesgo de rotura de la presa. "Los geólogos que no trabajan para la Confederación dicen que el llenado del embalse aceleraría los movimientos que ya existen”, asegura Víctor Iguazel.

De momento la Justicia no está de su parte y el tiempo se agota. La presa estará finalizada el año que viene lista para su llenado.