De las 83.000 personas que pagaron su entrada para ver a Coldplay, el que más cerca estuvo de ellos fue Rob, el joven en silla de ruedas que poco a poco iba avanzando entre el público hasta que llegó al escenario, en el que Chris Martin le invitó a que subiera e improvisara con él algunas letras. Acabó tocando la armónica junto al vocalista.