Evgeny Ches ha cambiado las calles de Moscú por bosques y las paredes por el plástico usado para envolver comida. La razón: usa con sus espráis la técnica llamada 'cellograffiti' para dar rienda suelta a su imaginación en mitad de la naturaleza. Precisamente, en ese espacio este joven artista ruso ha decidido pintar con sus botes animales

Seres vivos que parecen flotar en el aire y que se funden con el paisaje. Se trata de una disciplina fuera de sus fronteras habituales. Sus obras pueden llegar a confundirse con la realidad. Su obsesión es demostrar que el arte no tiene verdaderamente límites.