Se trata de un plato con alta densidad de nutrientes; es decir, en una
cantidad relativamente pequeña de energía (una ración aporta aproximadamente
500 calorías) se concentran gran número de nutrientes.
Un plato de potaje aporta casi la mitad de la proteína que debe
consumir diariamente un adulto sano; además se trata de proteína de alta
calidad pues el bacalao tiene cantidades similares a las de la carne y se
produce el fenómeno de suplementación proteica al combinar leguminosas y arroz,
mejorando la calidad de la proteína. Contiene fibra (15 g) y una cantidad
importante de vitaminas (especialmente ácido fólico, vitamina A, vitamina B 12
y ß-caroteno) y minerales, destacando el gran aporte de hierro (9 mg),
magnesio, calcio y cinc, entre otros, que llegan a cubrir más del 25% de las
cantidades recomendadas.
Si el potaje además se complementa con un poco de pan, una ensalada y una naranja, el aporte de hidratos de carbono y
de vitaminas antioxidantes ─vitamina C, E y ß-caroteno─ está asegurado,
mejorando apreciablemente su valor nutricional.
Pero, ¿qué pasa cuando añadimos
chorizo, morcilla, un trocito de tocino… o todo a la vez? Que podemos llegar a
multiplicar por tres las calorías, hacer un plato con exceso de proteínas y
grasa, y aumentar demasiado la grasa saturada.