Vivir sin glifosato sí es posible. En la localidad coruñesa de Arzúa se prohibió su uso en espacios públicos en 2015. "No se puede utilizar ese tipo como si fuera regar con agua porque tiene sus repercusiones", afirma José Luis Garcia, Alcalde de Arzúa.

En agricultura se usa para limpiar el campo antes de cultivar, pero los grupos ecologistas insisten en que hay otras alternativas. En países como Francia e Italia ya han anunciado que lo prohibirán en un plazo de tres años.

"La agricultura ecologica nos muestra cada día que es posible hacer agricultura sin utilizar estos plaguicidas tan peligrosos", explica Luis Ferreirim, portavoz de Greenpeace.

Más de 150 ayuntamientos en España ya se han declarado libres de glifosato, Madrid es uno de ellos. "Todos los caminos se tratan. En su momento se hacía con glifosato y ahora se trata con otros productos o directamente con eliminación física de las malas hierbas", señala Santiago Soria, Consejero de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid.

En espacios urbanos también existen otras opciones para acabar con las malezas, métodos manuales, diseñar cubiertas vegetales o mallas antihierbas.

Pero, atención, desde las asociaciones ecologistas apuntan a que no siempre estas malas hierbas son perjudiciales, pueden ser beneficiosas para proteger el suelo de la desertización o para dar cobijo a los animales. Consideran que acabar con el uso del glifosato es difícil por los intereses económicos que están en juego.