La opacidad del sector impregna hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS), que publica una base de datos de precios a los que compran sus vacunas varios gobiernos del mundo y en la que sus nombres se ocultan por petición de los propios estados miembros. Nadie quiere ser señalado si paga menos o más que el de al lado ni incumplir los acuerdos de confidencialidad firmados con las farmacéuticas.

Por eso muchos países prefieren no publicar esos datos. Pero, pese a la opacidad general, hay excepciones: naciones en las que sus páginas oficiales de contratación ofrecen información, la mayoría de veces escondida entre pliegos y documentos escaneados, del precio al que están comprando cada dosis. Para realizar este reportaje analizamos esos datos excepcionales de siete países, además de los de tres organizaciones internacionales: Médicos sin Fronteras (MSF); Unicef, encargada de servir de punto central de compra para iniciativas como GAVI, una alianza para proveer de vacunas a los países más pobres del mundo; y el Fondo Rotatorio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), un sistema de compra conjunta que utilizan 41 países de Latinoamérica y El Caribe.