El Premio Nobel de Medicina en 1993, Richard Roberts, ha afirmado que el Gobierno español, según su impresión general, "no pone suficiente dinero para apoyar la investigación", por lo que muchos buenos investigadores se han ido y trabajan en el extranjero.

En una entrevista, ha considerado que debería aumentarse la inversión pública de los países en investigación básica, ya que "las compañías, en general, no la apoyarán" porque no muestra resultados y beneficios inmediatos, aunque ha defendido que permite explorar preguntas interesantes y lograr descubrimientos que posteriormente pueden llegar a la industria.

Al preguntársele sobre su postura crítica con el sector farmacéutico, ha afirmado solo se dirige a cuando las empresas "tratan de fingir que les gusta la curación" y que buscan curar enfermedades, pero no lo hacen, en su opinión. "Una curación para una enfermedad para la que tienes un fármaco es lo peor que le puede pasar a una empresa farmacéutica. Así que no van a perseguir esto.

¿Por qué lo harían? Es contrario a sus intereses", ha reflexionado el británico. Al ser preguntado por los retos de la sociedad occidental, ha observado que el envejecimiento de la población es uno de los principales y, dentro de éste, se encuentra la forma con la que se lidia en muchos países con la muerte ante situaciones de cronicidad, ante lo que se ha posicionado como "absolutamente de acuerdo" con la eutanasia.

En general, no se está preparado para cuando un paciente dice que, simplemente, no quiere vivir más, con excepción de Países Bajos, y ha abogado por reconocer que, al envejecer, hay personas que llegan a un punto en el que realmente no quieren vivir más: "Deberíamos dejarles morir", ha defendido.

Ha explicado que los problemas relacionados con terminar la vida hay que abordarlos cuando se es joven, y por eso tiene un testamento vital: "Les he dicho a mis hijos que, cuando esté tan enfermo, no quiero vivir de esta forma, porque solo das problemas a los demás.

Una vez lo has escrito, los doctores y la familia saben como encararlo". "Deberían haber mecanismos para hacerlo, pero los políticos no quieren hablar sobre la muerte y mucha gente no está preparada para pensar claramente en la muerte", ha afirmado, y ha observado que la muerte se ha convertido en tabú en la sociedad, ante lo que ha defendido que se debería hablar de ello.