Un equipo internacional con la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha desarrollado una nueva técnica que permite rastrear en los sedimentos la presencia de grupos de homínidos sin necesidad de restos óseos.

Esta herramienta es muy valiosa para reconstruir el proceso de evolución humano y ya no sólo el humano,el de otros mamíferos también. El ADN contribuye a la comprensión del proceso evolutivo pero el problema ha sido la escasez de fósiles del Pleistoceno.

Los investigadores han recogido 85 muestras de sedimentos de hace unos 550.000 y 14.000 años, procedentes de ocho cuevas Eurasia.

"Este trabajo representa un avance excepcional porque permite conocer qué especie de homínido ocupaba una cueva o un nivel estratigráfico concreto, incluso en ausencia de cualquier resto de huesos o esqueletos. La novedad es aprovechar lo que hasta ahora se desechaba, el sedimento del suelo, y descubrir que está plagado de secuencias de ADN de organismos que ocuparon ese terreno" explica Antonio Rosas, investigador del CSIC del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

A partir del ADN de mamífero identificado en las muestras, se aisló ADN mitocondrial (ADNmt) y reveló ADN de neandertal en cuatro cuevas y ADN de denisovano en otra. Estos resultados pueden ayudar a establecer el análisis de ADN como un útil procedimiento arqueológico en el futuro.

“La técnica podría permitir aumentar el tamaño muestral de los genomas mitocondriales neandertales y denisovanos, que hasta ahora estaban limitados por el número de restos conservados. Y probablemente será posible incluso recuperar partes sustanciales de genomas nucleares”, según el investigador del CSIC Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva.

En la cueva El Sidrón se encontró ADNmt de mamíferos antiguos, en concreto 12 especies diferentes, de las cuales algunas ya están extinguidas. “La nueva técnica permite recopilar información de mamíferos que estuvieron presentes en un determinado yacimiento, con independencia de que se conserven restos”, indicó Lalueza-Fox, “el origen del ADN recuperado parece provenir de deposiciones realizadas in situ o de la propia descomposición de los cuerpos en las propias cuevas” añade.