"Hacemos de vez en cuando competiciones, a ver quién aguanta más con un solo dedo y también nos lo ponemos en la nariz", explica una joven.

Una peonza moderna, plana, antiestrés, ideada hace más de 20 años para menores con autismo o hiperactividad. Pero actualmente todos, pequeños y grandes, han cedido a sus encantos por su diversión.

"Desde niños de tres años hasta chavales con 30 que vienen a buscarlo", cuenta uno de los vendedores del producto.

En algunos colegios están terminantemente prohibidos. Begoña Chacón, directora del colegio público Genil, explica que "por supuesto, en las clases no se les permite tener el aparatito, el 'Spinner'".

Gemma Rodríguez, neuropsicóloga infantil puntualiza sobre su uso: "C on los niños hay que tener cuidado porque pueden tender más a distraerse que a relajarse y distraerse".

Combatir el aburrimiento y ejercitar los dedos; fueron los motivos que a principio de los 90 llevaron a la estadounidense Catherine Hettinger a crear el 'Spinner'.

Pero en 2005 no pudo pagar la renovación de la patente y las grandes empresas le arrebataron el 'Spinner' y sus suculentos ingresos. Sólo el mes pasado una juguetera vendió más de 20 millones de unidades.

La fiebre Spinner no hace más que aumentar en la red: hay tutoriales de Youtubers con más de cuatro millones de reproducciones.