Las garrapatas ya acosaban a los dinosaurios emplumados en el Cretácico, una relación parasitaria que ha quedado encapsulada en una pieza de ámbar de hace unos 99 millones de años y que evidencia por primera vez la interacción entre ambos grupos.

Los detalles de esta pieza, junto a las características de varias garrapatas halladas en el yacimiento ambarino de Myanmar, se desgranan en un estudio publicado en 'Nature Communications' y liderado por el investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) Enrique Peñalver.

"Encontrar garrapatas aisladas en el registro fósil es raro pero no excepcional. De hecho, ya se habían descrito otras en el yacimiento birmano, del Cretácico, el periodo de extinción de los dinosaurios", explica Ricardo Pérez-de la Fuente, coautor del trabajo e investigador del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford.

Sin embargo, nunca antes se había conservado en una misma pieza de ámbar la relación directa entre garrapatas y sus hospedadores. "El ámbar es resina fosilizada. Su principal característica es que es capaz de capturar organismos de forma rápida, lo que permite preservar las relaciones entre seres vivos, como dos insectos en cópula o un insecto con polen adherido, etc... es decir, nos permite contar con evidencias directas de relaciones entre organismos, algo que no ocurre con otros materiales fosilíferos como las rocas sedimentarias", asegura.

Y aunque las garrapatas son parásitos chupadores de sangre que tienen un impacto tremendo en la salud de los seres vivos, "hasta ahora no había pruebas claras de su papel en el tiempo profundo", detalla Enrique Peñalver.