Aunque vayamos buscándolo, el miedo nos hace correr, gritar o paralizarnos, pero ¿por qué? Cuando nuestros ojos perciben algo aterrador, mandamos información al tálamo. Y de ahí a la amígdala, una zona del cerebro que se encarga de las reacciones emocionales. Todo mediante el glutamato.

Dispara lo más primario del ser humano. Porque cuando estamos en peligro, huímos de una situación de riesgo. Los actores de los parques temáticos con actividades de Halloween han visto de todo.

Las glándulas suprarrenales liberan una carga de adrenalina que podría hacernos correr como linces. Además, los niveles de cortisol, la hormona del estrés, se disparan con cada susto. Una respuesta aterradora que muchos buscan en la noche de Halloween.