Orgullosos, Manel y
Fernando nos muestran su casa, llena de color y tolerancia. Llevan siete años
viviendo en un pequeño pueblo de Girona. Aceptados y sin problemas. Pero han
sido víctimas de homofobia. "Nos pintaron la furgoneta con esvásticas nazis de
color fucsia y 'gays morid'", explican.
Una agresión que les
hizo más fuertes: "De Manel y Fernando normales, pasamos a Manel y Fernando
activistas. Quieres maricones, toma dos tazas". Porque vivir en un pueblo y ser
gay sigue siendo difícil. "Está mejorando la visibilidad en las ciudades
pero en los pueblos sigue habiendo homofobia", explica Luis Serrano, portavoz
del Colectivo Violeta.
Diana ha encontrado todo
lo contrario: ella vive en Alcoy y hace un año se visibilizó plenamente como
mujer y aunque tenía miedo todo lo que encontró fueron apoyos. Lo hizo con naturalidad,
la misma con la que se lo tomaron sus hijas. "Cuando le dije a mi hija mayor
que era una chica, me preguntó 'ah papá, ¿eres trans? ¿ya te has pensado un
nombre?'", señala.