Vice News ha podido entrar en una de las cárceles chechenas en las que presuntamente se han torturado a homosexuales. Las autoridades han facilitado el acceso porque quieren lavar su imagen: "¿Ha habido algún caso en el que os haya ordenado arrestar a un solo gay?" pregunta a sus empleados Ayub Kataev, director de la prisión de Argun, que le responden que "no".

Pero un joven denuncia haber sido torturado: estuvo al borde de la muerte. "Querías quedarte inconsciente para que te dejaran en paz, pero no: te electrocutaban 20 o 30 segundos, te desvanecías, paraban, te recuperabas y vuelta a empezar".

Conoció el infierno en una de esas cárceles: "Tras días con las heridas abiertas, la gente empezaba a oler a carne podrida". El director de la prisión ha asegurado a Vice que es imposible: los chechenos no hablan con gays y mucho menos les tocan: "Mis oficiales ni siquiera quieren tocar a esas personas, si existen, y mucho menos golpearlas y torturarlas".

Las desapariciones de los últimos meses han provocado una ola de indignación. Merkel presionó al Gobierno ruso para que iniciara una investigación y, según organizaciones de Derechos Humanos, ha surtido efecto: no hay nuevos informes de secuestros. Aun así la LGTBFobia es manifiesta.

"Normalmente son las figuras varones de la familia las que se sienten legitimadas a agredir, a dar palizas, a hostigar e incluso a matar a sus propios familiares" explica Violeta Assiego, de Amnistía Internacional. Porque los crímenes de honor siguen siendo una realidad en pleno 2017.