"Soy sincero. La primera vez que matas, te queda aquello dentro. Con el tiempo uno se acostumbra. Es como un vicio", apunta Douglas.

"De 10 para arriba es algo que te atrapa. Se me das media oportunidad, no pasa la fila el baboso". Así -"baboso"- es como Douglas se refiere a su enemigo, que acostumbra a responder a un mismo perfil: otro pandillero de una Mara contraria, en este caso, la Mara MS. Entre ellos se disputan territorio dentro de San Salvador, capital de El Salvador.

'Detrás de mí hay muchos hijos de puta dispuestos a morir y también a matar'

"No solo soy yo. Detrás de mí hay muchos hijos de puta dispuestos a morir y también a matar". Con estas palabras, Douglas deja claro que esa, su vida de marero, ya quedó atrás. Con motivo de la tregua pactada entre maras, muchos de los pandilleros dejaron su banda para convertirse en "testigos criteriados".

Douglas es uno de esos testigos. El Gobierno del país le perdona todas sus culpas y, a cambio, él confiesa sus crímenes y los de la Mara a la que pertenecía. Por eso la Policía le esconde bajo protección en una casa oculta a la que las cámaras de laSexta sólo han podido acceder de noche.

La tregua entre Maras es una vía de escape para los pandilleros, aunque muchos de ellos saben que su camino está ya muy bien marcado; algunos incluso con tinta sobre su piel, a base de tatuajes. Es el caso de Douglas: "Aquí tengo los tres puntos: cárcel, hospital y cementerio. Ya pasé por el hospital y la cárcel. Sólo me queda el cementerio".