Un verano cualquiera por estas fechas… las Malasmadres estamos tachando los días que quedan para que comience el curso. La vuelta al colegio siempre viene teñida de emoción contenida por dejar atrás la intensidad familiar y decir "hola" a las rutinas y a la organización familiar añorada. Muchas hasta se cogen ese día de vacaciones para poder organizar bien el comienzo y ya de paso tener un día de vacaciones de verdad, de los de desconectar y hacer algún planazo para nosotras en soledad.

Pero este año… ay este año. Vaya verano extraño y largo, larguísimo. Desde marzo deseando que vuelva el colegio. Y ahora que deberíamos estar preparando la vuelta, no puede haber más incertidumbre. En un mismo día o en tan solo unas horas puedes escuchar decir a la ministra Celáa o a los Consejeros de Educación de las distintas Comunidades Autónomas eso de "la vuelta al colegio es irrenunciable" y justo después sentir en lo más profundo de tu alma la advertencia de Fernando Simón de "si hay que cerrar los colegios, se cerrarán". A ver señor Simón, ya sé que ni siquiera este tema es de su competencia, pero espere primero a que se abran para luego valorar su cierre.

Y si llegado el día, toca cerrar, primero anuncie las medidas de conciliación que acompañarán esta decisión para que millones de familias no estemos ahora con el alma en vilo, sin saber si comprar el material del colegio, si alargar la excedencia, si renunciar al empleo, si poner en riesgo a los abuelos o si dedicar nuestro sueldo a que cuiden a nuestros hijos otras personas y a espera de información por parte de los centros educativos, que a su vez tampoco se atreven a cerrar protocolos, esperando la información oficial de las instituciones. La pescadilla que se muerde la cola: las familias no se pueden organizar porque los centros no están organizados y estos no se pueden organizar porque las instituciones están en modo vacacional.

Nunca me había afectado tantísimo la sobreinformación que estamos viviendo. Porque esta situación de estar sobreinformados y a la vez tan desinformados vuelve loca a la más cuerda y te entran ganas de desaparecer del mundo, apagar la tele y no volver a encenderla hasta el 6 de septiembre. Y ese día enterarte de si hay vuelta al colegio o no.

Ante estos acontecimientos, las familias se dividen, las madres se dividen entre las que no quieren llevar a sus hijos e hijas al colegio porque no consideran que haya un protocolo que garantice la salud de sus pequeños. Y las madres y familias que sí que los llevarán, entre otras cosas, porque no tienen más opción si quieren mantener su puesto de trabajo y conseguir conciliar, en un país que hace tiempo demostró que si quieres conciliar, renuncias o malvives.

Nos olvidamos de que no solo necesitamos volver para poder trabajar, sino que también necesitamos volver por la salud mental de los niños y de las niñas, como alertan los pediatras. Y por supuesto porque la educación es un derecho fundamental, que ha quedado claro no se puede sustituir por unas fichas que corregimos en casa como podemos mientras entramos en una call con nuestra jefa y cocinamos macarrones con tomate por tercer día consecutivo para almorzar.

El desastre se avecina y se sirve en frío en una sociedad que ha puesto el foco en si llevamos o no a los niños al colegio, cuando el foco debería estar en trabajar por una vuelta segura, que garantice los recursos prometidos para los colegios y el plan de conciliación necesario para las familias ante un posible confinamiento y un sistema semipresencial.

Por favor, que no parezca que hemos llegado a esta situación por no haber hecho lo imposible y porque nuestros políticos y políticas estén con los pies en remojo a 18 de agosto.

Yo esta semana he decidido hacer OFF, necesito alejarme del ruido de informaciones contradictorias que llegan sin piedad y vivir un poco el verano, ajena a lo que está por venir. ¡Ah! Mis hijas estarán el próximo 7 de septiembre en la puerta del colegio esperando comenzar el nuevo curso, aunque me tachen de "Malamadre". Total, eso ya está más que claro.